A lo largo de la historia del Reino de España, ha habido numerosos ejércitos de gran reconocimiento. Uno de los más afamados, en este sentido, es el de los Tercios Españoles, creado por la Casa de Austria, considerado como la mejor unidad militar del mundo, ¡durante 100 años!

Rocroi, el último tercio: pintura de Augusto Ferrer-Dalmau

Un hecho por el que se les ha comparado a otras grandes unidades de élite, como la legión romana o las falanges macedónicas.

En este artículo, nos queremos centrar precisamente en Los Tercios Españoles, en su origen y en los cargos que ostentan. Un ejército que ha sido partícipe en numerosas contiendas de gran importancia histórica.

La gran organización de estas unidades, pudiéndose adaptar a todo tipo de contiendas, unido a la valentía de sus soldados, ha sido siempre motivo de orgullo para las fuerzas militares de España.

Tal es así que la cruz de Borgoña, junto con el escudo del águila imperial bicéfala, santo y seña del ejército en la época y que tanto popularizaron los tercios, ha sido un símbolo hasta nuestros días.

De hecho, algunas de las unidades de hoy en día siguen tomando el nombre de los tercios, en su honor. En la Infantería de Marina, la organización actual también es en tercios, siendo el Tercio de Armada el heredero directo de los Tercios del Mar de Nápoles.

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Origen de los Tercios Españoles

Para entender dicha importancia, hay que remontarse a su origen. Hablamos de la época del reinado de Carlos I de España.

Los Reyes Católicos, décadas antes, habían comenzado un proceso titánico: reunificar todos los ejércitos, fruto de la unión de las coronas. Así, tras la Guerra de Granada, se inspiraron en los piqueros suizos para la organización de sus tropas.

Carlos I, en 1534, culminó este proceso, tras una reforma llevada a cabo por el virrey de Nápoles, donde aparece por primera vez la palabra tercio, un ejército centrado en las operaciones en Italia y el Mediterráneo.

De forma paulatina, se comenzaron a crear los diferentes tercios. Por orden, los primeros tercios fueron los de Sicilia, Nápoles y Lombardía. Posteriormente, se crearon los de Cerdeña y Galeras, la primera infantería marina.

Una de las diferencias principales con los ejércitos convencionales de la época fue su profesionalización. Los tercios fueron formados por soldados profesionales y voluntarios.

El sistema de encuadramiento, pudiéndose fragmentar en unidades más pequeñas, junto con la combinación de armas blancas, como la pica y la espada, y armas de fuego, como el arcabuz y el mosquete, fue de lo más innovador.

Historia y Batallas de los Tercios Españoles

Si bien es cierto que la primera batalla en la que participaron supuso una importante derrota en Préveza, pronto empezaron a conseguir hazañas de lo más reseñables, como la defensa del Sitio de Castelnuovo, donde 4.000 hombres se defendieron de un ejército otomano de más de 50.000, causando 20.000 bajas.

Los hitos de los tercios se expandieron por toda Europa, desde la Batalla de Mühlberg y la victoria sobre Alemania  o la Batalla de Marciano por la República de Siena. El ejército francés también sufrió duras derrotas a cargo de los tercios, como la Batalla de San Quintín, además de las tropas portuguesas, como sucedió en la batalla de Alcántara.

Tal fue así que los tercios obtuvieron la fama de invencibles, pero el desgaste con los años se hizo notorio. Disponiendo de tantos frentes abiertos por roda Europa, la Guerra de los Treinta Años y, más concretamente, la Batalla de Rocroi, supuso un punto de inflexión en los tercios, junto con el declive militar de todo el Imperio Español.

Los tercios fueron disueltos finalmente por Felipe V en 1704. Sin embargo, el reconocimiento en toda Europa de esta unidad aun sigue resonando.